Todos
los días la persona se va formando física, espiritual e intelectualmente. También
las células y órganos del cuerpo van desarrollándose. La inteligencia va
formándose y madurando gracias a todas las personas que nos transmiten sus
conocimientos y su sabiduría de vida. Y también el amor crece, se expande y se
transmite, como si fuera una señal de wifi.
Esta
nueva tecnología surgió por la necesidad de establecer un mecanismo de conexión
inalámbrica que fuese compatible entre los distintos dispositivos. Lo
importante de dicho sistema es que fue creado para ayudar a personas a estar
comunicados e intercambiar datos. Un mundo donde todos son diferentes pero
tiene una misma manera de conectarse. Un universo donde lo importante es
compartir.
El
amor es la conexión con el otro. Es la adhesión al saber y el amor del otro. No
importa que sea diferente, ambos tienen una misma forma de comunicarse. Las
diferencias nos enriquecen, nos acercan y nos ayudan a crecer.
Muchas
veces cuando no entendemos las nuevas ideas o tecnologías tendemos a atacar y
criticar lo nuevo. Sin hacer el mínimo esfuerzo por detenernos y escuchar,
aprender y enriquecernos con estas
nuevas ideas que quieren ayudarnos a ser más plenos. Nadie puede negar hoy la
importancia de Internet para los que están lejos, para conocer nuevas culturas,
para contactarnos y sentirnos cercanos.
Lo
importante no es la cantidad de datos que se incorporan, se aprenden y se
saben, lo importante es cómo llegan al corazón de cada persona y lo transforma.
Con el amor pasa algo similar. Entender que la vida es para darla, trasmitirla,
entregarla.
Así como el sistema
wifi, el amor nos ayuda a conectarnos con los otros.
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