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viernes, 15 de abril de 2016

Ñeendy

En la gran ciudad de Ñeendy hay tambores en cada esquina. Grandes, medianos  y cada algunas cuadras algunos más pequeños para las causas urgentes. Cada sonido posee su propio significado. Y cada significado su propia preocupación. Allí pocas veces se escucha a sus habitantes hacer ruidos con la boca. Se aprende antes de nacido que las palabras son inspiraciones de los dioses que dicen a través de las personas. Hablan poco los dioses y hablan pocos los habitantes. Todo lo dice la naturaleza y los cuerpos. No hay carteles, hay árboles. No hay semáforos, hay ojos que miran. A muchos kilómetros al sur hay un pueblo tres veces más pequeño que la ciudad; reina el caos.  

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