- Mamá en todos los canales pasan lo mismo –grita, de
una habitación a otra, Clara que a sus 5 años de edad no entiende de política,
negocios, dinero y mucho menos de corrupción. Ella solo ve un montón de gente
que levanta la voz queriendo imponer con violencia lo que no se puede con lógica.
Observa personajes con cámaras que a cada palabra que dicen desatan un
torbellino de malos tratos. Toma el control y cambia de canal. Hay gente con
distintos trajes, costumbres e idiomas, pero mismas actitudes. Enfrentamientos,
culpas que van y vienen, críticas, amenazas y hasta golpes. Y sucesivamente en cada nuevo
canal lo mismo. A sus pocos años entiende que cuando a muchos les pasa lo mismo
se llama enfermedad; como le paso a ella y varios compañeritos del jardín. También
sabe que cuando se padece una enfermedad hay que curarla. Y según su abuela la
mejor solución para curarse es buscar el remedio pero también es fundamental el
amor.
Quizás Clara, en sus poquitos momentos de vida,
tenga razón. Quizás estamos enfermos y tengamos que buscar el remedio. Ahora, ¿Por
qué buscar nosotros la cura si no estamos enfermos? Por eso mismo. Porque la solución
siempre viene de la mano de los que no están infectados, de los buscan lo mejor
para el otro, como la mamá de Clara cuando esta se enfermó.
¿Y el amor para qué? La abuela tenía razón. Las enfermedades
no se curan solo con pastillas o inyecciones, también con la capacidad de querer
ayudar al otro, de mirar fuera de mí.
Clara tampoco entiende de recompensas y ganancia.
Pero si sabe que ayudando a otros a sanarse, ella no se enfermara.
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