Hay
personas que viven despreocupados de lo que sucede a su alrededor y cada mañana
solo hacen lo que a ellos les importa y sienten, sin preocuparse por los demás;
y la mayoría de las veces en este afán de hacer lo que les apetece descuidan su
propia vida. Otros solo piensan en el fin de la existencia; entonces se pasan
el presente pensando cómo será cuando ya no tengan más momentos.
Si
bien no hay ningún manual que nos indique como vivir; La experiencia de mucha
gente que ha caminado antes por caminos similares puede ayudarnos a experimentar la verdadera felicidad.
Leemos
a continuación la reflexión de un maestro budista: “Un monje tenía siempre una taza de té al lado de su cama. Por la noche, antes de acostarse, la ponía
boca abajo y, por la mañana, le daba la vuelta.
Cuando un novicio le preguntó perplejo acerca de esa costumbre, el monje
explicó que cada noche vaciaba simbólicamente la taza de la vida, como signo de
aceptación de su propia mortalidad. El
ritual le recordaba que aquel día había hecho cuanto debía y que, por tanto,
estaba preparado en el caso de que le sorprendiera la muerte. Y cada mañana ponía la taza boca arriba para
aceptar el obsequio de un nuevo día.
El monje vivía la vida día a día,
reconociendo cada amanecer que constituía un regalo maravilloso, pero también
estaba preparado para abandonar esté mundo al final de cada jornada.”
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